Antón Menchaca Careaga, (1921-2002). Su temprana vocación por el mar recibida por influjo familiar le impulsó a estudiar en las Escuelas Navales Militares de Cádiz y Marín, graduándose como oficial y alcanzando la categoría de Capitán de Corbeta. Posteriormente, estudió Humanidades en Oxford y Derecho en la Complutense de Madrid.
Su talante liberal le llevó en 1957 a la cárcel de Carabanchel, dónde coincidió con muchos otros críticos con el régimen de aquella época. Esa experiencia influyó aún más en la forja de su rebelde personalidad. Tras su paso por Carabanchel comenzó su particular lucha por las libertades, colaborando en la fundación de “Cuadernos para el Diálogo” o en el nacimiento del diario “El País”.
Su interés por los temas sociales y culturales le llevó a presidir sociedades como; “Nuevo Ateneo” o “El Sitio” (1985-1989), a la que ayudó a consolidarse.
Persona honesta y comprometida con su tiempo nunca dejó de estar ligado a actividades editoriales y culturales locales. En el año 1974 creó una Fundación en memoria de su padre, cuya principal finalidad es la atención a los colectivos con condicionamientos sociales adversos.
Escritor por vocación, poseía una prosa elegante y evocadora que dejó patente en sus obras; diez novelas y siete ensayos. El compromiso social que destilaba su persona puede comprobarse en el elevado número de columnas de opinión publicadas en diferentes periódicos; El País, ABC, El Correo, Deia, El Mundo y los desaparecidos; Bilbao, Hierro o La Gaceta del Norte, así como en la revista cultural Arbola.
Si hubo algo que diferenció a Antón de otros intelectuales de la época, fue que teniendo una posición más que privilegiada dentro de la sociedad que rodeaba al dictador Franco, no se dejó llevar por los condicionamientos sociales de la época. Lucho contra la imposición y la cerrazón. Se empeñó junto con personas como: Enrique Tierno, Javier Satrústegui, Dionisio Ridruejo, Raúl Morodo o Joaquín Ruiz Jiménez, desde la “Plataforma para las libertades”, en reivindicar el carácter europeísta del país. Personas que desde diversos ámbitos, especialmente el cultural, ayudaron a minar el régimen dictatorial existente marcando el camino hacia la democracia desde la militancia crítica basada en la razón y sentaron la base de los cambios que vinieron después, costó mucho y no fue tarea fácil.
Pagaron su peaje pasando por la cárcel y durante mucho tiempo fueron ninguneados, incluso se ganaron la fama de traidores para unos o locos excéntricos para otros, según fueran de derechas o de izquierdas los que opinaran.
Lo cierto es que contribuyeron a que el sistema se doblegara de forma tal que la transición no se convirtiera en una ruptura traumática y violenta. Ellos, desde su ideología liberal, convencieron a unos y a otros de que el futuro estaba en la transformación pacífica del país y que todo se podía realizar desde el respeto y la ponderación.
Aún queda mucho trabajo para que nuestra sociedad consiga ser todo lo perfecta que Antón deseaba pero él dejo un buen ejemplo de tesón, humanismo y honradez para generaciones futuras y los que lo entendemos así agradecemos su gesto.